¿Tenés claro que tan sólo comiendo (bien) podés prevenir enfermedades? En esta nota te contamos de qué se trata esta nueva tendencia nutricional y qué precisás para tener, además de la panza llena, una vida más saludable.
Por Liz Silberkasten
Hay alimentos sabrosos, hay otros que son desagradables a nuestro paladar, están los que además son saludables, los que nos caen mal al hígado o aumentan el colesterol, y los que son funcionales. Se trata de aquellos que, cuando los consumimos, nos ayudan a prevenir enfermedades o a resolver ciertos problemas de salud, gracias a que cuentan con propiedades fisiológicas que exceden su aspecto nutritivo y que nos aportan elementos necesarios para cubrir ciertas carencias orgánicas. Eso sí, antes de que salgas corriendo a llenar la heladera y tires el botiquín por la ventana, debés saber que los alimentos funcionales no curan, sino que promueven un mejor estado de salud. "Es decir, su forma de acción se basa en la disminución del riesgo de contraer determinadas afecciones, entre las que se destacan las complicaciones cardiovasculares, que pueden ser prevenidas a través de la ingesta de ácidos grasos Omega 3", explica la licenciada Marcela Ciaño, jefa de Nutrición de la Clínica y Maternidad Suizo Argentina. Y agrega: "Otro caso son las isoflavonas de la soja, comúnmente encontradas en la leche y las milanesas de soja, que ayudan a aliviar los síntomas perimenopáusicos como dolores de cabeza, sudor extremo y dolores constantes en las articulaciones y músculos".
Salud con etiquetas
Si cuando pasás por la góndola de las leches no sabés cuál elegir, te ayudamos: preferí las fortificadas. Y en materia de panes, los que tengan fibras agregadas. Para acompañar las comidas, juguitos con antioxidantes. Además, si encontrás productos que sumen ácido fólico, ¡ni lo dudes! Es lo mejor para prevenir la espina bífida y defectos congénitos en los bebés, por lo que es perfecto para las embarazadas. ¿Dónde está? En el hígado, salvado de trigo, espinaca, espárragos, panes y cereales fortificados.
¿Le tenés miedo a la osteoporosis? Entonces hacete amiga del calcio y la vitamina D para poder prevenirla. Hoy, por suerte, es mucho más fácil porque en el mercado hay muchos cereales y lácteos fortificados. Los probióticos también pueden ser tus aliados en estos casos, ya que, según Ciaño, cumplen una función fundamental en el equilibrio microbiano intestinal porque aumentan la biodisponibilidad del calcio, hierro, magnesio y zinc.
Y si lo que querés –y precisás– es disminuir los depósitos de grasa, buscá el ácido linoleico, que ayuda a que la sangre circule con más fluidez. Está en el aceite y en algunas galletitas y margarinas.
Entonces, ¿qué compro?
No te marees. Te la hacemos fácil. Tomá lápiz y papel y anotá lo que tenés que buscar en el súper para llenar tu changuito de un futuro saludable.
Leches: buscá las que tienen agregado de vitamina D y calcio para mejorar el sistema óseo en general.
Yogur: agarrá los que tengan agregado de probióticos, los microorganismos vivos que aumentan el desarrollo de la flora bacteriana.
Margarina: elegí la enriquecida con fitoesteroles, para disminuir los niveles de colesterol plasmático.
Huevos: preferí los que tengan agregado de ácidos grasos Omega 3, que disminuyen el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares.
Cereales: comprá los que vengan con vitaminas, minerales, fibras y ácido fólico, que previene problemas del cierre del tubo neural.
Además de los alimentos fortificados, hay otros a los que, por el contrario, se les eliminó o redujo un componente para que produzcan menos efectos adversos sobre la salud. Esos también son buenos:
Lácteos descremados: leches, yogures, postres y quesos, ideales para quienes tienen que consumir dietas de bajo contenido en grasa, ya sea para descender de peso o para prevenir problemas relacionados a la obesidad. Los chicos pueden consumir alimentos descremados a partir de los 2 años.
Panes y galletitas bajos en sodio: para mejorar la hipertensión.
Conciencia alimentaria
Si cuando pasás por la góndola de las leches no sabés cuál elegir, te ayudamos: preferí las fortificadas. Y en materia de panes, los que tengan fibras agregadas. Para acompañar las comidas, juguitos con antioxidantes. Además, si encontrás productos que sumen ácido fólico, ¡ni lo dudes! Es lo mejor para prevenir la espina bífida y defectos congénitos en los bebés, por lo que es perfecto para las embarazadas. ¿Dónde está? En el hígado, salvado de trigo, espinaca, espárragos, panes y cereales fortificados.
¿Le tenés miedo a la osteoporosis? Entonces hacete amiga del calcio y la vitamina D para poder prevenirla. Hoy, por suerte, es mucho más fácil porque en el mercado hay muchos cereales y lácteos fortificados. Los probióticos también pueden ser tus aliados en estos casos, ya que, según Ciaño, cumplen una función fundamental en el equilibrio microbiano intestinal porque aumentan la biodisponibilidad del calcio, hierro, magnesio y zinc.
Y si lo que querés –y precisás– es disminuir los depósitos de grasa, buscá el ácido linoleico, que ayuda a que la sangre circule con más fluidez. Está en el aceite y en algunas galletitas y margarinas.
Entonces, ¿qué compro?
No te marees. Te la hacemos fácil. Tomá lápiz y papel y anotá lo que tenés que buscar en el súper para llenar tu changuito de un futuro saludable.
Leches: buscá las que tienen agregado de vitamina D y calcio para mejorar el sistema óseo en general.
Yogur: agarrá los que tengan agregado de probióticos, los microorganismos vivos que aumentan el desarrollo de la flora bacteriana.
Margarina: elegí la enriquecida con fitoesteroles, para disminuir los niveles de colesterol plasmático.
Huevos: preferí los que tengan agregado de ácidos grasos Omega 3, que disminuyen el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares.
Cereales: comprá los que vengan con vitaminas, minerales, fibras y ácido fólico, que previene problemas del cierre del tubo neural.
Además de los alimentos fortificados, hay otros a los que, por el contrario, se les eliminó o redujo un componente para que produzcan menos efectos adversos sobre la salud. Esos también son buenos:
Lácteos descremados: leches, yogures, postres y quesos, ideales para quienes tienen que consumir dietas de bajo contenido en grasa, ya sea para descender de peso o para prevenir problemas relacionados a la obesidad. Los chicos pueden consumir alimentos descremados a partir de los 2 años.
Panes y galletitas bajos en sodio: para mejorar la hipertensión.
Conciencia alimentaria
Más allá de la amplia difusión publicitaria y del genuino interés que los alimentos funcionales puedan generar, su oferta todavía no está totalmente regulada en nuestro país. En cambio, del otro lado del mundo, en Japón, las leyes que controlan la producción de los llamados "súper alimentos" existen desde 1991. Consumilos con criterio, o consultá con tu médico si tenés dudas.
Asesoraron: Lic. Paula Pueyrredón, especialista en Educación Alimentaria del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI); y Dra. Débora Setton, pediatra especializada en Nutrición del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Asesoraron: Lic. Paula Pueyrredón, especialista en Educación Alimentaria del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI); y Dra. Débora Setton, pediatra especializada en Nutrición del Hospital Italiano de Buenos Aires.
No hay comentarios:
Publicar un comentario